Un estudio interdisciplinar en el que participan el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), el Instituto Geológico y Minero (IGME), ambos del CSIC, junto a las universidades de Alicante, Almería y Toulouse (Francia) ha desarrollado un modelo matemático que aborda la compleja interrelación entre clima, suelo, roca y actividades humanas y su impacto en las condiciones ambientales de la Cueva de Altamira. El estudio, aplicable a otras cavidades subterráneas, utilizó una técnica de modelado global para reconstruir el pasado y proyectar escenarios futuros de concentración de CO2 en la cueva. Los resultados permiten establecer las medidas para seguir conservando el patrimonio cultural de Altamira, adelantándose a los cambios del clima que previsiblemente modificarán sus condiciones ambientales.
“A partir de las series de datos obtenidas dentro la Cueva de Altamira entre 1996 y 2012 hemos utilizado técnicas avanzadas de modelización matemática para comprender y predecir la dinámica de la concentración de CO2 en la atmósfera de la cavidad”, explica el investigador del MNCN, Sergio Sánchez-Moral. “Los factores clave en los que se basa el modelo son las mediciones ‘in situ’ de la temperatura y la humedad del suelo exterior y la temperatura y concentración de CO2 dentro de la cueva”, continúa. Además, al incorporar al modelo fuentes de datos externas, procedentes de series temporales de imágenes de satélite, se ha conseguido simular el comportamiento de la concentración de dióxido de carbono en la cueva bajo diferentes condiciones climáticas y validar los resultados con los datos reales
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