Existen factores
externos, especialmente de origen antrópico, que pueden alterar la composición
natural de las aguas subterráneas, al introducir sustancias ajenas susceptibles
de modificar su naturaleza original, y con ello limitar su utilización para
ciertos usos. Los acuíferos presentan un notable poder de protección frente a
muchos agentes contaminantes. Sin embargo, una vez que un acuífero está
contaminado o con el contaminante ya en el medio no saturado y desplazado por el
agua de recarga, su regeneración suele ser difícil y lenta, a veces de muchos
años, si es que se puede abordar económicamente. De ahí que sea de gran
importancia la protección de las aguas subterráneas frente a la contaminación,
cualquiera que sea su origen.
La magnitud del problema
depende de varios factores, como el tamaño de la zona afectada, la cantidad de
contaminante implicado, su solubilidad, toxicidad y densidad, así como de la
composición mineral y de las características hidrogeológicas del terreno por el
cual se mueve. Las aguas subterráneas pueden sufrir una contaminación directa si
el contaminante alcanza la zona saturada sin haber atravesado otro medio físico;
o diferida, tras haber circulado por la zona no saturada.
La contaminación de las aguas subterráneas puede ser
puntual o difusa.
La contaminación difusa*
puede tener su origen en:
• Abonos agrícolas.
Pueden ser minerales u orgánicos. En ambos casos, la contaminación producida es
principalmente debida al aporte de nitratos. La aplicación excesiva e incorrecta
de abonos y las prácticas de riego poco eficientes, favorecen el lavado de
nitratos y su incorporación al acuífero. Las consecuencias se acentúan en las
áreas regadas con aguas subterráneas debido al reciclado de éstas.
La
presencia de nitratos es el problema de contaminación más extendido, aunque con
una notable variabilidad en su gravedad de unas regiones a otras. La
Reglamentación Técnico-Sanitaria para el Abastecimiento y Control de
Calidad de las Aguas Potables de Consumo Público (RD 1138/1990), obliga a que
las aguas potables no superen los 50 mg/L de nitrato (NO3-). Afecta de forma importante al litoral mediterráneo, y
es especialmente acusada en el Maresme (Barcelona), donde se llega a superar los
500 mg/L, y en grandes áreas de las planas costeras levantinas (Castellón y
Valencia), y Canarias, donde se superan los 100 mg/L. Entre las unidades
interiores, la Llanura Manchega, el aluvial del Ebro y algunos sectores del
valle del Guadalquivir (aluviales del Guadalquivir y Guadalete) son las más
afectadas, con contenidos de nitratos entre 50 y
100 mg/L.
• Plaguicidas agrícolas.
Con este nombre se denominan los compuestos químicos
utilizados en el control y destrucción