Fuente de Cella
(Teruel). Salida natural del acuífero de los Montes Universales que da lugar al
nacimiento del río Jiloca. Se observa su situación durante la sequía del año
1983. En épocas normales, por debajo del arco fluyen más de 600
L/s
Se tuvo ocasión de demostrar ampliamente la importancia
estratégica que tienen las aguas subterráneas durante la sequía habida en España
a comienzos de la década de 1990. Así, con su puesta en explotación temporal se
consiguió paliar la escasez en amplias zonas del sur y levante de la península.
Como ejemplo se
puede citar las medidas
tomadas en la cuenca del Júcar con la construcción de una serie de pozos
denominados de sequía, que proporcionaron los caudales de agua suficientes para
el abastecimiento a la población y el regadío. Igual de ilustrativos son los
casos de abastecimiento con agua obtenida mediante sondeos, a 20 núcleos urbanos
de la provincia de Granada que sumaban unos cien mil habitantes. En Jaén, para
la misma sequía se abrieron perforaciones que apoyaron el abastecimiento de
la capital, y diversos núcleos de las Comarcas de la Loma de Úbeda, sierra de
Cazorla, sierra Mágina, montes Orientales y otras zonas. Otros casos dignos de
mención son las mejoras de abastecimientos a Málaga, Costa del Sol
Occidental, Campo de Gibraltar y Bahía de Cádiz. En estas captaciones se
perforaron más de 10 000 m y los caudales aforados superaron los 5000
L/s.
El término sequía suele
referirse a un periodo prolongado de tiempo con precipitaciones por debajo de la
media esperada, o también, según la metodología utilizada, cuando en más de la
mitad del área considerada se producen precipitaciones inferiores al 85% de la
media, por espacio de dos o más años. Este concepto tiene matices distintos
según se aborde desde el punto de vista meteorológico, hídrico o
antrópico.
Este es un fenómeno habitual en zonas
geográficas con clima mediterráneo y difícil de predecir. Sin embargo, son más
evidentes sus consecuencias: disminución de caudales en los arroyos y ríos,
vaciado de los embalses y eventuales restricciones de agua, entre otros posibles
efectos.
¿Cómo se comporta un acuífero ante una
sequía? Pueden producirse ciertos descensos del nivel del agua en los pozos y
sondeos, sin embargo, esto no afecta a su explotación debido al largo tiempo de
residencia del agua subterránea en el acuífero y al gran volumen de agua
almacenada en el mismo (aunque sí puede afectar al coste de bombeo). Por ello
las zonas abastecidas con aguas subterráneas no suelen experimentar
restricciones de agua. Es frecuente que durante los periodos de sequía, se
produzca un aumento muy considerable del volumen de agua subterránea
extraída.
La experiencia española en la última
sequía que tuvo lugar entre los años 1991 a 1995 ha demostrado tanto la
importancia de las aguas subterráneas para paliar la escasez de recursos
hídricos, como los males asociados a la improvisación y falta de planificación.
Es obvio que tanto la planificación como las medidas preventivas hay que
hacerlas durante los períodos considerados normales.