produce la recuperación
del almacenamiento de agua del acuífero terciario detrítico de Madrid.
El sistema más utilizado
y desarrollado en España es el del Llobregat, en Barcelona. Este sistema ha
pasado por diferentes situaciones desde principios del siglo XX, en que se
inició un incremento del abastecimiento a Barcelona y poblaciones limítrofes con
agua subterránea. La sucesiva construcción de los embalses de Sant Ponç y La
Baells en el río Llobregat, el escarificado del lecho del río, la llegada a
Barcelona del canal del trasvase del Ter, la construcción de los pozos radiales
de Abrera-Martorell, y la recarga artificial en el área de conexión entre el
Valle Bajo y el Delta, han modificado periódicamente la cuantía en la que
intervienen las aguas superficiales y subterráneas, en este esquema de gestión
conjunta. A esto hay que añadir la gestión del acuífero del río
Besós.
El sistema de abastecimiento a Barcelona,
que históricamente no ha sufrido restricciones de agua, es un ejemplo que pone
de manifiesto que la integración de las aguas superficiales y subterráneas no es
una utopía sino que es una realidad comprobada y constatada. En cambio, otras
ciudades que habitualmente utilizan exclusivamente aguas superficiales para
atender su demanda plena, sufren grandes restricciones en épocas de
sequía.
Otras actuaciones de integración de las
aguas superficiales y subterráneas en la gestión hídrica son las desarrolladas
en zonas como el Valle del Guadalentín, Plana de Sagunto y río Palancia, Marina
Baja y Delta del Adra entre otras. La realización más conocida, por la profusa
bibliografía que ha generado, corresponde al sistema de explotación constituido
por el acuífero de la Plana de Castellón y los ríos y embalses que con él se
interrelacionan.