Guía Geológica Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama

124 PROCESOS GEOLÓGICOS ACTIVOS La dinámica geológica actual en la Sierra de Guadarrama es escasa en comparación con la de otras cadenas montañosas españolas. Los procesos geológicos activos son susceptibles de interferir con las actividades antrópicas y cau- sar situaciones de riesgo moderado que podrían suponer pequeños desastres naturales. La Sierra de Guadarrama se encuentra en una zona de escaso peligro sísmico ; así, en el catá- logo sísmico del IGN apenas se han registrado una docena de pequeños terremotos en el último siglo, cuyo epicentro estaría dentro del parque nacional o su área perimetral de protección; además, todos ellos han sido de magnitudes bajas (nunca superiores a 2,4 mbLg o 2,2 mbLg) y profundidades significativas (en el orden de los 10,5 km). Los procesos geológicos activos más comunes en la Sierra de Guadarrama son: procesos ligados a los movimientos de ladera (despren- dimientos, deslizamientos, flujos y reptación); a la dinámica periglaciar (aludes de nieve, ciclos hielo-deshielo) y a la dinámica torrencial (avenidas súbitas y avenidas de derrubios). Los movimientos de ladera asociados a los procesos gravitacionales, han sido y siguen siendo los que mayor actividad han tenido en la Sierra de Guadarrama a lo largo del Cuaternario y el Holoceno. Existen evidencias de cicatrices de desprendimientos en los afloramientos rocosos de las cumbres y partes superiores de las laderas, sobre todo en los riscos y peñas de la coronación de antiguos circos glaciares y nichos de nivación, o en los escarpes de encajamiento de gargantas y valles fluviales; especialmente en litologías resistentes a la meteorización mecánica, como leucogranitos aplíticos y leucogneises. Al pie de muchas de estas cicatrices, a veces con alcances signi- ficativos decamétricos y hasta hectométricos, grandes bloques desprendidos forman taludes de derrubios, pedreras y canchales; cuyo grado de actividad se puede estimar por la presencia o no de colonias de líquenes en la superficie de las rocas. Más frecuentes, aunque de reducidas dimen- siones, son los flujos y avalanchas, sobre todo de derrubios o avalanchas de rocas, que se suelen iniciar en canchales y pedreras de la parte alta-media de las laderas como pequeños deslizamientos rotacionales (conocidos como ‘golpes de cuchara’) por saturación del suelo y el regolito meteorizado, concentrándose a través de vaguadas, donde forman canales con los característicos diques naturales, motas o levees laterales; y acabar en pequeños replanos o cambios de pendiente, donde depositan lóbulos y lenguas de derrubios. Conocidos son las cicatri- ces y canales de la vertiente norte del Macizo de Peñalara (bajo los riscos de Claveles y Pájaros), uno de los cuales tuvo un evento catastrófico en la década de 1960, descrito por los gabarreros del valle de Valsaín, con numeroso arranque de árboles y destrozos en las lindes y vallados de las fincas y caceras; o el recientemente acontecido (2019) en el arroyo de La Vejiga, al NE de La Najarra, que afectó a varios caminos y al pinar. Por último, dentro de los movimientos de ladera, es reseñable el proceso de reptación ( creep ) esta- cional en las laderas de la Sierra de Guadarrama, asociado a los ciclos de hielo-deshielo, y que además de desplazar vertiente abajo suelo fértil y la vegetación que crece sobre él (produciendo el característico curvamiento de los troncos de los árboles), en alguna ocasión ha supuesto la caída de árboles desde la parte superior de taludes de algunas carreteras que atraviesan la sierra por los puertos más transitados, o a las pistas forestales y sendas abiertas subparalelas a las curvas de nivel. También es posible observar en la Sierra de Guada- rrama pequeños movimientos de tipo avalancha de nieve , de limitadas dimensiones, volúmenes y alcances. Se han documentado algunos de ellos, sobre todo de placa (y en menor medida de fusión o de nieve reciente) en las cornisas y placas de viento de las cabeceras de algunos antiguos circos glaciares, como los del Macizo de Peñalara, donde en el año 2009 se produjo un fallecimiento por alcance a un joven montañero. Más extendidos están los procesos asociados a los ciclos hielo-deshielo y sus efectos en los macizos rocosos (gelifracción o crioclastia) y en los suelos (céspedes almohadillados, hidrolacolitos, guirnaldas, terracetas, etc.). La interferencia de estos procesos activos con las actividades humanas produciendo riesgos y pequeños daños se limita a la gelifracción como desencadenante de desprendimientos y a la fusión de suelos produciendo mollisuelos que en la Sierra de Guadarrama se denominan tollas, trampales o paulares (de ahí el nombre del

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