Guía Geológica Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama

116 características, similares a lenguas, abultadas y redondeados, que se llaman lóbulos de solifluxión o de gelifluxión. Los hidrolacolitos y los lóbulos de solifluxión se suelen formar en suelos turbosos, ricos en materia orgánica vegetal, capaces de retener cantidades importantes de agua y son frecuentes en los fondos de los antiguos circos glaciares. En laderas más inclinadas los suelos tienen me- nor espesor y son más pobres en materia orgá- nica, por lo que no pueden acumular gran canti- dad de agua y hielo. Con todo, el agua de fusión de la nieve empapa las capas superficiales del suelo, que se desplazan ligeramente y forman pequeños escalones. Estos escalones pue- den presentar un trazado rectilíneo, llamados entonces terracillas o “senderos de vacas” , o pueden dibujar festones, denominados suelos en guirnalda. LOS PAISAJES DEL AGUA Los torrentes, arroyos y ríos de la Sierra de Guadarrama Los cursos fluviales en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, aunque muchos tienen su nacimiento en manantiales situados al pie de canchales o tollas y zonas turbosas (antiguos circos glaciares), generalmente discurren como ríos en roca por las laderas y valles de la sierra. Se pueden establecer tres tipos de comporta- mientos hidrológicos de los ríos y torrentes de la Sierra de Guadarrama: Corrientes de régimen pluvio-nival , con máximo de caudal en los meses de enero, febrero y marzo asociados a las lluvias frontales y las nevadas invernales, y mínimos en agosto y septiembre, con marcado estiaje. A este régimen se ajustan la mayor parte de las corrientes que drenan hacia el Duero (ríos Moros y Eresma), y algunas de la cuenca del Tajo. Corrientes de régimen pluvial , con un máximo en diciembre o enero asociado a precipitaciones frontales otoñales e invernales, disminuyendo progresivamente hasta el mínimo de agosto-septiembre. A este régimen se ajustan corrientes de la cuenca del Tajo, como el río Guadarrama. Corrientes de régimen nivo-pluvial , con un máximo en otoño (noviembre-diciembre) y otro en primavera (abril-mayo) coincidiendo con las precipitaciones otoñales y la fusión tardía de la 1. 2. 3. nieve invernal. A este régimen se ajusta el río Lozoya en su zona de cabecera (El Paular) y el resto de torrentes de alta montaña en cuencas sin aforar. La naturaleza ígnea y metamórfica del sustrato de las cuencas, prácticamente impermeable salvo pequeños acuíferos fisurales en rocas duras, hace que la evacuación de las precipi- taciones y aguas de fusión sea muy rápida; y la escasez de acuíferos de importancia, salvo canchales, pedreras y otras formaciones super- ficiales (mantos de meteorización), hace que el caudal base sea escaso o insignificante, dando lugar a un marcado carácter estacional, que llega a secar algunos de los cursos durante el verano. Las avenidas en estos ríos tendrán, por consiguiente, bajos tiempos de concentración (elevada pendiente longitudinal), altos caudales específicos (hasta 1,26 m 3 /s·km 2 del Lozoya en El Paular) y una variabilidad grande. El trazado en planta de las corrientes fluviales de la Sierra de Guadarrama, su grado de encajamiento e incisión vertical, y la forma del perfil longitudinal de los torrentes y gargantas sobre roca pueden estar condicionados por la fracturación del sustrato rocoso que condicio- nan el trazado de los torrentes por constituir bandas de debilidad de la roca. Cuando en lugar de un único sistema de fracturas existen varios, la disposición en planta de los ríos en roca adopta patrones claramente reticulados (rectangulares, cuadrangulares, romboidales); un magnífico ejemplo de ello es el río Manza- nares en su sector de cabecera. Otro importante control en la disposición, trazado y localización de los tramos de ríos en roca son los condicionantes litológicos. Aunque en la Sierra de Guadarrama se pueden diferenciar dos grandes conjuntos litológicos (rocas metamórficas y granitoides) de naturaleza relativamente homogénea, la realidad es que en detalle presentan una cierta diversidad de composiciones y texturas, que condicionan la incisión lineal de los torrentes. Por ejemplo, la alternancia de diferentes tipos de gneises (ortogneises, paragneises, leucogneises), mármoles y rocas de silicatos cálcicos en el arroyo Artiñuelo; las intercalaciones de diques ácidos (leuco- granitos) y básicos (diabasas y microdioritas) y filones de cuarzo; o diferentes texturas en los granitoides, como ocurre en la Charca Verde (Pedriza de Manzanares). LOS PAISAJES GEOLÓGICOS

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