P.N. de Cabañeros

37 ocurre generalmente con los fósiles de trilobites, moluscos, braquiópodos y equinodermos, mien- tras que en el caso de los graptolitos, el molde suele encontrarse aplanado y relleno por minera- les de arcilla más claros, que le brindan un contraste característico. Tanto los restos fosili- zados, como sus moldes en la roca, pudieron sufrir deformaciones durante el proceso de fosi- lización (por peso y compactación sedimentaria) o en tiempos muy posteriores, por alteración tectónica de las rocas vinculada con procesos orogénicos. Ya introdujimos el hecho de que los fósiles no corresponden exclusivamente a los restos de los organismos del pasado, sino también a las señales de su paso o de su actividad vital en los sedimentos. Estas huellas o trazas de actividad se denominan icnofósiles , y suelen representar tanto pisadas, como excavaciones en la superfi- cie o el interior del sedimento, marcas de preda- ción observables en las conchas de otros fósiles, así como a restos indirectos como excrementos (coprolitos). Las dos premisas básicas de la paleoicnología son que un mismo organismo puede producir lo largo de su vida numerosas trazas diferentes, dependiendo de cuál sea su actividad (pisadas, madrigueras, mordiscos, etc.), y que un icnofósil del mismo aspecto (por ejemplo una huella bilobulada) puede ser produ- cido por organismos muy dispares (desde una huella de trilobites a la pisada de un camello). Los icnofósiles se conservan en rocas homogé- neas, sedimentadas en ambientes tranquilos (variando entre trazas horizontales, verticales e inclinadas, formadas tanto por organismos sedi- mentívoros como por filtradores), o bien en el contacto entre dos tipos sedimentarios de dife- rente naturaleza, en los que el segundo suele recubrir y fosilizar a las huellas existentes en el primero. Nos referimos a las pisadas y rastros de paso dejadas en la superficie de un sedimento fino y cohesivo por diversos grupos animales, que fosilizan al ser recubiertas en avalancha por un sedimento más grueso (por ejemplo estratos de arenisca o cuarcita dispuestos sobre capas arcillosas o pizarrosas: las huellas tenderán a conservarse preferentemente en la base de los bancos de cuarcita). Una dificultad añadida es que los organismos productores de los icnofósi- les no aparecen asociados con sus huellas y, por lo tanto, en la mayor parte de los casos se des- conoce quién las produjo. Pero al mismo tiempo los icnofósiles testimonian el comportamiento o la existencia de este cortejo tan amplio de seres que carecen de partes esqueléticas susceptibles de fosilizar, y de los que de otro modo no tendría- mos información alguna. Finalmente, los microfósiles constituyen una tercera categoría común de fósiles, que son los que requieren para su estudio del microscopio y únicamente pueden extraerse de las rocas sedi- mentarias detríticas (areniscas, lutitas) o carbo- náticas (calizas), empleando lentos y laboriosos procesos de separación química (ataque con ácidos) o levigado, seguidos del cribado y triado sistemático de los residuos; o bien identificán- dolos en secciones transparentes de roca (lámi- nas delgadas). En esta categoría se hallan los microfósiles de pared orgánica o “palinomorfos” (granos de polen y esporas, quitinozoos, acritar- cos, etc.), los foraminíferos, conodontos y espí- culas, entre otros. En líneas generales, los fósiles constituyen el testimonio material de la Evolución Biológica, siendo de más difícil comprensión cuanto más antiguas sean las rocas que los contienen, por su mayor lejanía con los grupos zoológicos y botánicos actuales. Y todo porque muchos gru- pos biológicos se extinguieron hace decenas o centenares de millones de años en la historia geológica, siendo reemplazados por otros en un continuo evolutivo. Es por ello que la distribución estratigráfica y la biocronología conocida de los fósiles llamados “característicos”, resulta muy útil para expresar la datación relativa de las rocas que los contienen y para caracterizar la existencia de discontinuidades estratigráficas (intervalos de erosión o interrupción prolongada de la sedimentación). Aparte de eso, muchos fósiles sirven para determinar los parámetros ecológicos y ambientales en los que vivieron los organismos correspondientes, o las condiciones en las que tuvo lugar la sedimentación (tempe- ratura, corrientes, profundidad, tasa de acumu- lación sedimentaria, etc.), contribuyendo a acla- rar los movimientos de los continentes y el nacimiento o cierre de océanos en el pasado geológico. LOS FÓSILES: QUÉ SON Y CÓMO SE FORMAN Ejemplo de fosilización de un organismo en tres etapas

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