P. N. de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici

83 2 Sin pensarlo ni un momento salieron corriendo de la ermita para cazar el animal, que era el mejor ejemplar que nunca habían visto. El animal empe- zó a corre montaña arriba y tras él los cazadores, pero cuando llegaron a la horcadura de los Encantats, el rebeco había desparecido y un rayo del cielo los fulminó, convirtiéndoles en roca por siempre. Otra versión es la que apunta Ver- daguer en uno de sus viajes a la zona. En este caso dice que hay una roca en forma de cazador apuntando con un arma. Según esta leyenda, había un cazador que disparó a un sarrio y alcanzó a su perro, al que quería con locura. Cuando lo vio caer, dijo: «pre- fería haber tocado la cabeza de Dios». Volvió a apuntar su arma y en este mo- mento quedó convertido en estatua de piedra como escarmiento de todas las personas de la región. Otra versión, enlaza con la tradición de las mujeres de agua, una especie de hadas mági- cas que habitan en los lagos y fuentes, de gran tradición en toda Cataluña. En este caso los hombres (generalmente pastores y cazadores) quedan seduci- dos por la belleza de las mujeres de agua y a menudo acaban castigados de diversas maneras, en este caso podrían ser los encantados de piedra anterior- mente descritos. VueLta aL estaNy de saNt Maurici La montaña de los Encantats tiene una fisonomía característica con sus dos picos separados por una horcadura. Cuando los excursionistas franceses descubrieron, a mediados del siglo xix , que al sur del Valle de Arán también había montañas y entre estas había unas denominadas encantadas, que- daron prendadas de ellas. Pero no fue hasta 1901 en que Fontan de Negrín de Toulousse y Isidor Romeu de Viella ascendieron al Encantat Gran (2.748 m) y, en 1902, fue el francés Henri Bru- lle quien conquistó el Encantat Pe- tit (2.734 m) y dijo la célebre frase: «quien no conoce los Encantats, no sabe que son los Pirineos». En el collado de los Encantats hay dos rocas verticales que de lejos pare- cen dos siluetas, aunque un poco difí- ciles de ver a simple vista, tienen en la mitología popular el origen de su signi- ficado. Existen varias interpretaciones. Por un lado, la de la gente de Espot que explican que había dos cazadores que tenían obsesión por la caza de sa- rrios (llamados «isards» en esta zona) y no respetaban ni domingos ni fiestas de guardar. Un año, el día de la fiesta de Sant Maurici, subieron con los de- más vecinos a la ermita para celebrar la fiesta del patrón. Cuando el sacerdote celebraba la eucaristía, los cazadores vieron un sarrio pastando junto al lago. La leyenda de los hombres encantados Detalle de la horcadura en donde se aprecian las dos rocas que representan a los hombres encantados de la leyenda que da lugar al nombre de la montaña.

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