El polvo sahariano que nos
visita
El desierto del Sáhara es el
desierto cálido más grande del planeta, con algo más
de 9 millones de Km2 de extensión. Para hacernos una
idea, la extensión del Sáhara es casi 16 veces la
superficie que ocupa la Península Ibérica. Dentro de
esta región del planeta, desprovista casi
íntegramente de vegetación, se origina, en ciertas
zonas, la transferencia de material desde el suelo a
la atmósfera con una frecuencia cuasi permanente.
Las partículas que son inyectadas a la atmósfera, y
con potencial para ser transportadas lejos de su
lugar de origen, no son granos de arena sino
partículas de tamaño muy inferior, de hasta unas
decenas de micrómetro. Suelen ser carbonatos
(caliza, dolomita), arcillas, cuarzo y óxidos de
hierro y manganeso.
Sabemos que en el Norte de
África hay diferencias geológicas marcadas entre
unas zonas y otras: hay zonas más ricas en
carbonatos, otras presentan una composición más
enriquecida en óxidos de hierro, u otras muestran
unas arcillas particulares. También sabemos que las
partículas que se exportan son reflejo de la
geología de donde proceden. Podemos, por tanto,
indagar sobre el origen del polvo sahariano que
hemos recibido en un punto en concreto si
caracterizamos química y mineralógicamente el
material recolectado. Esta será una de las
actividades que haremos en DONAIRE.
Filtros
obtenidos a partir de muestras tomadas en el
Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido
(Huesca),
con influencia de diferentes eventos de
polvo sahariano |
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