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Las aportaciones de los arroyos que nacen la subunidad acuífera (La Rocina, Del Partido, etc), presentan una gran variedad de caudales, que pasan, en tiempos relativamente cortos, de varios m3 por segundo a unas decenas de litros por segundo, o incluso a caudales nulos. El río Guadiamar, que nace fuera del sistema, y que presenta una cuenca de recepción mucho mayor que los anteriores, presenta caudales que varían desde nulos en estiaje, a algunas decenas de metros cúbicos por segundo en la época más húmeda y con puntas que alcanzan varias centenas de m3 por segundo.
Como ya se ha indicado, estas aportaciones, junto con las precipitaciones, originan la inundación de las marismas. Este proceso se inicia, en general, hacia octubre, con las primeras lluvias y aportaciones, y continúa, progresivamente, hasta inundar toda la superficie marismeña, lo que se consigue entre diciembre y abril. A continuación, al iniciarse el estiaje, las pérdidas por evaporación o evapotranspiración desecan progresivamente la marisma, salvo los ojos y los lucios, culminando así un ciclo de inundación/desecación.
La calidad química de esta agua superficiales se ha estudiado a partir de la red de control de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. El análisis de los resultados obtenidos permite diferenciar los tres grupos siguientes:
- Aguas que alcanzan al Parque por la zona oeste. Incluyen las del arroyo de La Rocina, las del arroyo del Partido, arroyo de la Cañada Marín y arroyo de la Cañada Mayor.
- Aguas que lo alcanzan por la zona este. Incluyen las del complejo sistema del Guadiamar (incluyendo muro de encauzamiento).
- Aguas de los lucios. Se dispone de información para el lucio del Lobo y el lucio de los Ansares.
Entre las características comunes a estos grupos, destaca la variabilidad temporal. Este comportamiento era de esperar, ya que son aguas superficiales, producto de la composición de efectos climáticos, aportes subterráneos, mezclas de caudales variables, etc. |
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Contribuciones de la zona oeste |
Mientras que el arroyo de La Rocina y su afluente el arroyo de los Reyes, presentan unas conductividades medias de 706 y 800 mS/cm, con un rango de variación muy importante (306-4364 mS/cm y 309-960 mS/cm respectivamente), el arroyo del Partido posee una mineralización media mayor (1950 MS/cm), y en general bastante constante (entre 515 y 3215 mS/cm) El vertido de alpechines y residuos urbanos de la zona de Almonte parece la causa más probable de este aumento de conductividad, que también causa valores altos de cloruros y DQO.
Se poseen escasos datos sobre la calidad química de los arroyos de Cañada Mayor y Caño Marín, cuyo seguimiento ha iniciado recientemente la CHG, pero los resultados obtenidos en los primeros análisis realizados, parecen indicar que las aguas de estos arroyos presentan una mineralización similar a las del arroyo del Partido.
El arroyo del Partido es el que registra mayor cantidad y variedad de microcontaminantes orgánicos, que en muchos casos superan con creces las concentraciones tolerables por la reglamentación técnico sanitaria sobre aguas potables (hasta 0.1 mg/l por compuesto individual y 0.5mg/l en conjunto). Los mayores niveles son los de aldrina, HCB y A-HCH, lindano, heptaclorados y 2,4-C(IOE). En el arroyo de La Rocina los niveles de estos productos son inferiores, aunque, esporádicamente, también rebasan estos límites.
Respecto al contenido en metales pesados, prácticamente igual para las estaciones estudiadas, sólo hay concentraciones algo más altas en el caso del FE u Mn, como es de esperar en aguas superficiales, que transportan estos metales en suspensión, o como complejos acuosos. |
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| Contribuciones de la zona este (Zona Guadimar) |
Cerca de la confluencia del Guadiamar con las marismas, las aguas superficiales registran una conductividad media de 3145mS/cm, con un rango de variación comprendido entre 320 y 10860 mS/cm. Los pH más bajos se dan en el período seco de 1980-1981, presentando un mínimo de 4.8 en Diciembre de 1980.
Respecto a los metales pesados, las concentraciones de cadmio, mercurio y cromo (VI) se sitúan en niveles bajos, mientras que los contenidos en cinc son, en gran parte de las ocasiones mayores que 5mg/l.
Aguas abajo, más cerca del parque Nacional, los análisis muestran alas conductividades (se trata de aguas salobres y saladas) y aumento de pH hacia condiciones básicas. Parecen representar un carácter intermedio entre agua en movimiento y aguas estancadas. La tendencia hacia pH alcalinos, con el aumento de mineralización, es un proceso típico en aguas sometidas a evaporación, y por tanto a precipitación intensa de sales. Los altos valores de DQO indican abundancia de materia orgánica y especies reductoras durante la desecación. |
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| Las aguas de los lucios |
Los valores de conductividad son muy semejantes en el lucio del Lobo y de los Ansares. Los mínimos son bastante altos y los máximos están en el rango del agua marina. La clara basicidad de esta agua, en especial en los momentos de conductividades más altas, indica un sistema sometido a procesos de evaporación intensísimos, que alcanza la saturación en algunos minerales, precipitándolos. Los contenidos de metales pesados son bajos, aunque esporádicamente se superan los niveles de potabilidad para el cadmio y cromo, así como hierro y manganeso. Es previsible que los iones metálicos de alta densidad precipiten en los primeros estadios y se acumulen en la fase sólida. Hay considerables concentraciones de pesticidas orgánicos: aldrina, lindano, heptaclorohexano, 2, 4 (IDE) y 2, 4, 5-T (ME) principalmente. Estos compuestos se concentran en la fase acuosa con escasa preferencia por la fase sólida. Por otra parte, los valores de EQO no son excesivamente altos, por lo que gran parte de la materia orgánica en suspensión debe tender a coprecipitar con las sales inorgánicas. |
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