Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido_2Edición

EL GLACIARISMO 95 Desde hace más de un siglo se sabe que un ciclo glaciar afectó a buena parte del hemisferio norte durante el Cuaternario. Lugares donde hoy se sitúan ciudades como Nueva York, Londres o Berlín estuvieron cubiertos por cientos de metros de espesor de hielo. Los nuevos métodos de datación radiométrica permitieron esti- mar que el máximo pulso glaciar tuvo lugar hace entre 20.000 y 18.000 años. Todo hacía pensar que esa sería también la época de máximo desarrollo glaciar en el Pirineo, pues así lo es en los Alpes. Sin embargo, al aplicar esas mismas técnicas de datación en sedimentos glaciares pirenaicos se comprobó que el máximo glaciar tuvo lugar mucho antes, hace aproximadamente 65.000 años. ¿Cómo es posible que hubiera un desfase de 45.000 años entre el máximo glaciar en el Pirineo y en otras cordilleras europeas como los Alpes? La respuesta sigue investigándose a día de hoy, pero hay algunas ideas que nos pueden ayudar a entenderlo. Los glaciares de reducidas dimensiones (como los que habría en el Pirineo, en comparación con los de los Alpes), reaccionan más rápidamente a los cambios ambientales. Así, un descenso o aumento de las temperaturas produci- rían una expansión o retroceso casi inmediato de los glaciares. Pero, en el caso de los glaciares situados en latitudes templadas, tan importante o más que la temperatura es el régimen de precipitaciones. Así, los glaciares del Pirineo para crecer no sólo necesitaban frío, sino también un aumento importante de las pre- cipitaciones. Parece que el clima hace 65.000 años fue más húmedo y fresco que en otras épocas, lo que permitió un avance de los glaciares de circo (como los del Pirineo). Sin embargo, los grandes glaciares del norte de Europa (que cubrían miles de kilómetros cuadrados a modo de un gran casquete polar), tardaron más en reaccionar frente a ese cambio en el clima. Por el contrario, hace 20.000 años el clima fue muy frío pero seco, de manera que las grandes masas de hielo euro- peas crecieron, pero no así los glaciares pirenaicos, que además de frío necesita- ban un aumento importante de las precipitaciones para poder crecer. LA PARADOJA DEL GLACIARISMO PIRENAICO

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